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Los focos rojos de la migración


En las últimas semanas el tema migratorio ha sido motivo de primeras planas y agenda, tanto en Estados Unidos como en México y Centroamérica. A pesar de que a los mandatarios de estos países les gustaría centrarse en otros temas, la realidad migratoria los alcanza. Según datos de la patrulla fronteriza, detuvieron 74 000 migrantes en enero, poco más de 100 000 en febrero y 171 000 durante marzo; de ellos, el 11 % eran menores de edad. Se trata de una crisis humanitaria y dolorosa que desafortunadamente no es nueva.



Hace algunos días el presidente Biden criticó duramente al gobierno mexicano, argumentando que se negaba a admitir a las familias centroamericanas que Estados Unidos deporta. Varias precisiones que hacer. Lo que están haciendo no es una deportación, ya que ésta supondría el retorno de los migrantes a sus países de origen, no a México. A través del Título 42 —activado en marzo de 2020 con el pretexto de la pandemia— retornan diariamente a cientos de centroamericanos por Ciudad Juárez y Tijuana. Se trata en su mayoría de familias que lograron cruzar la frontera y fueron detenidas en territorio estadunidense e incluso llevadas a centros de detención migratoria en ese país. Arrojarlos en territorio mexicano vulnera sus derechos, pues les impide solicitar el asilo, viola el debido proceso y no permite que sus casos sean analizados en alguna de las 56 cortes de migración de ese país.



Tanto Biden como Harris subrayaron lo violatorio de los derechos humanos y principios internacionales del programa Permanece en México, instaurado por Trump para que todos los solicitantes de asilo en su país esperaran su proceso del lado mexicano.

Prometieron darle fin, cosa que están cumpliendo. Sin embargo, pareciera que sustituyeron dicho programa por la implementación masiva del Título 42, lo cual podría resultar más dañino para los migrantes y para el Estado Mexicano.







A diferencia del último año de Trump, Biden ha decidido aceptar a los menores no acompañados. Durante el primer trimestre de 2021 han llegado 30 000. Desde 2014 hasta la fecha, más de 400 000 niños han viajado sin la compañía de un adulto con la esperanza de ingresar a Estados Unidos. Los albergues están a tope y existe la promesa de construir algunos nuevos al tiempo de mejorar la política en torno a esta población. Jill Biden y Alejandro Mayorkas encabezan el grupo de reunificación familiar y atención a estos menores. Del lado mexicano también se ha incrementado la llegada de estos pequeños.


México y Estados Unidos coinciden en ir a las causas de la migración; sin embargo, la multicausalidad del fenómeno hace que sea una tarea compleja y de largo alcance. 46 % de los menores que han llegado sin compañía a Estados Unidos en lo que va de 2021 provienen de Guatemala debido, principalmente, a la insuficiencia alimentaria y al cambio climático. La crisis ocasionada por los huracanes Iota y Eta, de la mano con las consecuencias económico-sociales de la pandemia, también obligan a miles de familias de la región a emprender el viacrucis migratorio. La violencia y el riesgo a morir están, igualmente, entre los principales motivos para migrar.


La cifra de mexicanos migrantes aumentó. Cerca de 40 000 connacionales han sido detenidos por la patrulla fronteriza desde mediados de 2020 a la fecha, casi el triple de lo que vimos en los últimos años. De continuar con esta tendencia, 2021 sería el año de mayor flujo en la última década. Por otro lado, la violencia homicida y las amenazas de grupos del crimen organizado fueron los principales argumentos aceptados por Estados Unidos para la concesión de 4 361 visas de asilo en el último año.


La política migratoria en Estados Unidos ha convertido a México en un país de destino para miles de migrantes que antes transitaban por nuestro territorio. Según datos de Segob, pasamos de tener poco más de 2 000 solicitudes de refugio en 2014, a cerrar 2019 con más de 70 000 y, tan solo en lo que va del primer trimestre de 2021, cerca de 22 000. Sin embargo, el presupuesto para esta política sigue siendo prácticamente el mismo desde hace una década.



Atender los focos rojos del fenómeno migrante requiere priorizar a la niñez migrante en la atención y compromiso humanitario internacional. Requiere que Estados Unidos deje de usar a nuestro país como depósito migrante sin brindar apoyo. Requiere también trabajar en las causas de fondo de la migración en Centroamérica y en México con un enfoque especial en la violencia. Y, sobre todo, requiere de liderazgo por parte de nuestro país en la región y presupuestos y acciones a la altura de las promesas humanistas de ambos gobiernos.



Artículo tomado de Nexos

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