El lugar no está a más de 500 metros de los límites con Nuevo León y uno de los vehículos llevaba placas expedidas ahí. No se sabe qué pasó. No se sabe quiénes eran.
El viernes pasado un hombre reportó que se habían escuchado disparos y que más tarde vio alzarse una humareda en un poblado remoto de Camargo, Tamaulipas. El hombre dijo que se acercó al lugar y halló una camioneta calcinada.
Fotografía: Agencia Reforma
En una brecha rodedada de maleza, la policía encontró no una, sino dos camionetas calcinadas. Cada una a 50 metros de la otra. Comenzaba a oscurecer. Los vehículos todavía humeaban y el metal seguía estando caliente.
En una de las camionetas había un conjunto de cuerpos humanos chamuscados.
Según un testigo, la carne de las víctimas aún seguía humeando.
Al lado de una de las unidades —una camioneta pick up— había dos cuerpos tendidos. Dentro de la cabina había dos cuerpos más. En la batea se apreciaba “un amontonadero de carne”.
Los agentes comenzaron a contar:
10, 13, 15, 17, 19 muertos.
Hace dos años, en enero de 2019, una mujer informó a las autoridades de Tamaulipas que a través de una llamada le habían hecho saber que su marido había sido asesinado en una brecha conocida como Los Portones. Policías y estatales y personal de Sedena fueron a verificar. Hallaron seis vehículos calcinados y semicalcinados. Dispersos entre la hierba había cadáveres quemados y destrozados por impactos de arma larga.
Esa tarde contaron 25 cuerpos. Había cientos de casquillos percutidos. Los agresores se habían llevado las armas de los muertos. Todos estos vestían uniformes tácticos. Era evidente que había ocurrido un enfrentamiento.
Ahora era distinto. No había señales de enfrentamiento. Las autoridades creen que las víctimas fueron asesinadas en la posición en la que se les encontró. En una de las camionetas fueron encontradas tres armas. El personal de la fiscalía tuvo la impresión de que había ocurrido una persecución. Algunos testigos dijeron haber visto pasar a gran velocidad vehículos que procedían de Nuevo León. El lugar del hallazgo no está a más de 500 metros de la frontera con ese estado y uno de los vehículos llevaba placas expedidas ahí.
17 de las víctimas tenían un altísimo porcentaje de calcinación. Dos más conservaban restos de tejido de los que hoy depende su identificación.
No se sabe qué pasó. No se sabe quiénes eran. La embajada de Guatemala en México y el Consulado General de Guatemala en Monterrey comunicaron
a las autoridades que se había reportado la salida de un grupo de guatemaltecos rumbo
a México, del que luego no se tuvieron más noticias.
Fotografía AFP
Las autoridades estatales respondieron que no era posible confirmar esta versión hasta que estuvieran listos los estudios de ADN. Fuentes cercanas a la investigación indican que es poco probable que migrantes sean transportados en camionetas como las que se encontraron: “A ellos los traen hacinados en camiones y tráileres”, dicen.
Desde hace 20 años Tamaulipas ha sido sacudido por las pugnas entre grupos criminales. Antes, los Zetas contra Cártel del Golfo. Hoy, el Cártel del Noreste contra lo que queda del Del Golfo organización que en los últimos años no ha dejado de fragmentarse para dar paso a un conjunto de grupos violentos: Los Metros, Los Ciclones, Los Escorpiones, Los Talibanes, Los X, Los Pantera.
Los grupos combaten en Matamoros, Nuevo Laredo, Ciudad Mante, Camargo, Reynosa, Miguel Alemán… Van por hidrocarburos, la extorsión, el tráfico de drogas y personas.
Hoy, entre los más buscados de la región se halla Evaristo Cruz Sánchez, El Vaquero. La semana pasada, una mujer vinculada con él fue detenida en la colonia Roma de la ciudad de México con droga y 280 mil dólares: no queda claro qué hacía en la capital.
La siguiente figura relevante es la de Juan Gerardo Treviño Chávez, conocido como El Huevo: sobrino del sanguinario Miguel Ángel Treviño Morales, último líder de Los Zetas.
Un reporte señala que el viernes pasado sicarios del Cártel de Noreste incursionaron en Camargo, en busca de uno de los jefes del Cártel del Golfo.
Es pronto para saber lo que ocurrió, pero una vez más —como en San Fernando, 2010—, Tamaulipas deja helado a un país donde las masacres se suceden y la violencia criminal no deja de arrojarnos imágenes macabras. Cada vez más macabras.
Fotografía: Valor por Tamaulipas
Artículo tomado de El Universal
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