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Desplazados

El presidente Andrés Manuel López Obrador visitó la semana pasada cuatro países centroamericanos –Guatemala, El Salvador, Honduras y Belice– con la esperanza de ayudar a atenuar la pobreza que lleva a muchos de sus habitantes a migrar.



En sus discursos, el mandatario se lamentó que el Congreso estadunidense se haya demorado en aprobar fondos para el desarrollo de la región y puso a disposición de los vecinos dos de los programas sociales que se aplican en México para crear empleo.


Sin embargo, hay datos que indican que si bien las naciones del llamado Triángulo Norte son el origen de importantes flujos migratorios –que pasan por nuestro país en camino hacia Estados Unidos–, el componente mexicano de ese éxodo está creciendo, impulsado por el alto costo de la vida, la sequía y, de manera cada vez más relevante, la inseguridad.



De acuerdo con datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), mientras se redujeron los “encuentros” con migrantes de Guatemala, El Salvador y Honduras entre 2019 y 2020 –cuando el gobierno mexicano reforzó las tareas de aprehensión de extranjeros indocumentados, ante las amenazas del entonces presidente Donald Trump–, los que se tuvieron con los de México, crecieron.


En conjunto, la migración de esos tres países centroamericanos –medida por la actuación de la Patrulla Fronteriza de EU– se redujo más de seis veces en un año, de 607 mil 774 “encuentros” a 96 mil 258. En cambio, la de los mexicanos se incrementó en 52%, pues los casos reportados por la CBP pasaron de 166 mil 458, en 2019, a 253 mil 119, en 2020.



En 2021, la migración mexicana indocumentada hacia EU –que había entrado en receso en la segunda década de este siglo– casi se triplicó respecto del año anterior, con 655 mil 594 “encuentros”. Y en los primeros seis meses del presente año fiscal, sumaron 400 mil 785. Es decir, que los casos diarios pasaron de 456 al día en promedio, en 2019, a 2 mil 202.


Y lo más probable es que siga en aumento, pues durante marzo pasado, la CBP reportó 87 mil 388 “encuentros” con mexicanos (2 mil 818 al día), contra 8 mil 387 con salvadoreños, 16 mil 63 con hondureños y 21 mil 355 con guatemaltecos.



Otra parte de la migración indocumentada la integran las “otras nacionalidades”, que sumaron 88 mil 110 en marzo, ligeramente más que los mexicanos.


La explicación más relevante de la reducción en la migración centroamericana tiene que ver con las acciones coercitivas de las autoridades mexicanas, cuyas deportaciones de extranjeros indocumentados –principalmente guatemaltecos y hondureños– se incrementaron de 41 mil a 77 mil entre el primer trimestre de este año y el de 2021.


En suma, el gobierno de López Obrador está proponiendo atender las causas que impulsan a 20% del contingente migratorio, mediante los programas sociales ofrecidos en Centroamérica, pero está cerrando los ojos ante dos fenómenos: el aumento de la migración de terceros países –Cuba, Nicaragua y Venezuela, destacadamente– y el problema de los mexicanos que están viajando hacia la frontera norte, entre los cuales hay miles de desplazados por las actividades criminales.



De acuerdo con datos de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, la cifra de mexicanos que huye de la violencia alcanzó máximos históricos, con casi 29 mil personas. En los últimos seis meses, más de 19 mil mexicanos se sumaron a esa condición, provenientes de estados como Michoacán (9 mil), Chiapas (6 mil 500) y Zacatecas (2 mil 500). A los mexicanos, a diferencia de los nacionales de otros países, no se les puede detener en su tránsito por el territorio nacional. La violencia criminal genera problemas graves en diversos estados del país, pero ahora también corre el riesgo de provocar nuevos conflictos con EU, vía el aumento vertiginoso de la migración indocumentada.


A las causas que la empujan se les ha intentado reducir mediante la aplicación de programas sociales –como los que el Presidente ha ofrecido en Centroamérica–, pero dicha estrategia no ha tenido éxito ni contra la pobreza ni contra la Inseguridad.



Artículo tomado de El Excelsior

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