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Tradición Scalabriniana:

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desde 1887 al Servicio

Integral a los Migrantes

A fines del siglo XIX, San Juan Bautista Scalabrini se ocupó de comprender el complejo fenómeno de las migraciones modernas y de dar respuestas concretas a las necesidades de los migrantes italianos que dejaban su patria para buscar oportunidades de vida digna en Norte y Sudamérica.

San Scalabrini fue promotor de la atención integral a las necesidades de los migrantes tanto en la Iglesia como en la sociedad. Su visión y su compromiso entusiasmaron tanto a sacerdotes como a laicos sensibles a las problemáticas sociales. Logró reunir un grupo de misioneros y de laicos que promovieron el bienestar moral y social de los emigrantes.

En 1887 fundó la Congregación de los Misioneros de San Carlos Borromeo, también conocidos como Scalabrinianos, para la atención espiritual y material de los emigrantes italianos en las Américas antes de su salida, durante el viaje y en los lugares de destino.

En 1889 estableció la “Asociación para la Protección de los Migrantes” que en 1891 nombró “Sociedad de San Rafael”, compuesta por laicos que junto a los misioneros brindaban asistencia a los migrantes en los puertos de embarque y desembarque, protegiendo a los migrantes de abusos y ayudándolos en sus necesidades prácticas. Después de la muerte de Mons. Scalabrini, la Sociedad de San Rafael se fue debilitando hasta que desapareció. En años recientes, la intuición de la colaboración entre laicos y religiosos ha sido recuperada por el Movimiento Laico Scalabriniano. En 1895 fundó, junto con el Venerable P. José Marchetti y la Beata Assunta Marchetti, la Congregación de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo con la finalidad de promover la educación, la catequesis, la salud y la acción social de los migrantes. Muchos años después de su muerte, en 1961, inspiradas por el espíritu del Concilio Vaticano II, surgieron las Misioneras Seculares Scalabrinianas, quienes siguiendo la misión de servicio integral a los migrantes promueven la acogida, la fraternidad y la convivencia pacífica entre personas de diferentes culturas, razas y religiones.

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Hoy en día, las Congregaciones Scalabrinianas, continúan la tradición de reflexión sobre el fenómeno migratorio y el servicio integral a las necesidades de los migrantes iniciada por el San Scalabrini.

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Sensibilidad a las necesidades de los migrantes

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El interés de San Scalabrini por atender las necesidades morales y materiales de los migrantes tuvo sus antecedentes en su entorno familiar y se desarrolló por su sensibilidad pastoral. Su familia tenía sus orígenes en Suiza, sus cuatro hermanos varones emigraron a la Argentina y uno de ellos posteriormente se estableció en el Perú. Algunos de sus familiares también emigraron a Inglaterra. La emigración era una experiencia común en muchas familias del norte de Italia en la época en que vivió San Scalabrini.

En la primera visita pastoral que realizó como obispo de Piacenza (una región montañosa al norte de Italia) entró en contacto con el fenómeno de la emigración. Algunos años después de esa visita escribió: “Una de las desgracias que tuve que deplorar en la primera visita a las 366 parroquias de mi diócesis fue la emigración. De mis notas, deduje que se encontraban en esta época en el extranjero 28,000[1] de entre ellos”[2].

San Scalabrini fue un hombre de su tiempo, capaz de comprender los fenómenos de la época moderna. En ese cambio de época supo cómo vislumbrar la actualización de la misión de la Iglesia en favor de aquellos que son “hijos de la miseria y el trabajo”, los emigrantes. Sus propuestas pastorales fueron fundamentadas en técnicas y métodos de las ciencias sociales, abordando el fenómeno migratorio en forma analítica valiéndose de estadísticas, de técnicas de observación participante, entrevistas e historias de vida.

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Comprensión sobre el fenómeno migratorio

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San Scalabrini fue profundizando progresivamente en la comprensión del fenómeno migratorio. Pidió el consejo y la colaboración de especialistas en el tema, estaba al tanto de lo que pasaba en distintos países de Europa y en los “lugares de emigración”, se involucró en el debate legislativo, estableció relaciones de cooperación con obispos en Italia y en las Américas, promovió la intervención de la Santa Sede en la atención a las necesidades de los emigrantes. A lo largo de su compromiso con los emigrantes fue evolucionando en su comprensión del fenómeno migratorio, la cual paso de entender la migración como un peligro moral (posibilidad de perder la fe) a un fenómeno social, económico, político y cultural de dimensiones globales.

En 1879, después de su primera visita pastoral, para atender a las necesidades de quienes dejaban su región para buscar una vida mejor en otras partes del mundo, les recuerda a sus párrocos la existencia de un decreto del Papa Clemente VIII (en tiempos de la contra reforma) en el cual se prohíbe a los italianos trasladarse a lugares en los que no les sea posible cumplir con sus deberes religiosos. Consciente de que no se puede prohibir la emigración, recomienda a los párrocos entregar a los emigrantes una carta de presentación para el párroco del lugar en el que se establecerán. San Scalabrini se dio cuenta que la Iglesia de su época, en lugar de prohibir la emigración debía ocuparse del bienestar moral y social de los migrantes.

Después de entrar en contacto con la realidad de los lugares donde la gente emigraba, San Scalabrini comenzó también a tener conocimiento de lo que vivían los migrantes en los lugares a donde llegaban. Recibió correspondencia tanto de sus diocesanos emigrados como de sacerdotes que también habían emigrado. En 1887 presenta a la Santa Sede un proyecto para afrontar las necesidades urgentes “morales y materiales” de los emigrantes italianos. El primer objetivo era salvar a los emigrantes de los traficantes de personas y comprende la migración como la forma moderna de esclavitud.

Durante las discusiones del proyecto de ley sobre la emigración italiana en el extranjero en 1888, San Scalabrini se involucró en el debate, en una época en la cual la Iglesia no se involucraba en cuestiones sociales. Scalabrini consideraba la emigración como un derecho y se opuso a aquellos que promovían la emigración. Su postura se puede sintetizar en la frase: “libertad de emigrar, no de hacer emigrar”. Los agentes de emigración funcionaban en la época como “reclutadores de emigrantes”, Scalabrini los clasificaba como “más deshonestos que un ladrón y más crueles que un asesino, empujan hacia la ruina a tantos pobres desdichados”.[3] Entre sus propuestas, San Scalabrini considera que la emigración debe ser planificada, de manera que los emigrados satisficieran tres grandes necesidades humanas: religión, educación y salud.[4] En el debate legislativo de 1888 sus propuestas no fueron tomadas en cuenta, la ley aprobada introdujo la figura del agente de emigración, con lo cual se favoreció la promoción de la emigración italiana. No obstante, este revés, San Scalabrini no abandonó su esfuerzo de lograr que la ley fuera revisada.  En 1901 se aprobó la “Ley Social Sobre la Emigración”, que adoptó muchas de sus propuestas.[5]

Su compromiso con los migrantes se hizo cada vez más decidido. En 1901 visitó las misiones que la “Congregación de los Misioneros de San Carlos para los emigrantes italianos” había fundado en los Estados Unidos y en 1904 visitó las misiones de Brasil. Durante esas dos visitas pudo tener contacto directo tanto con los emigrados italianos como con aquellos que se ocupaban de atender sus necesidades sociales y espirituales. Durante su viaje a Brasil, en 1904, escribe a Pio X una propuesta de atención pastoral a los emigrados de todas las naciones,[6] “y hablo de los emigrados de todas las naciones y de todas las regiones católicas: italianos, alemanes, españoles, portugueses, canadienses, etc.” La interacción en los lugares de emigración le permitieron comprender la migración como un fenómeno global.

En 1905, recogiendo la experiencia adquirida durante sus dos viajes a América escribe la Propaganda Fide: “(la Iglesia Católica) está llamada desde su apostolado divino y su tradición secular a dar su impronta a este gran movimiento social que tiene como meta la restauración económica y la fusión de los pueblos cristianos”. Esta propuesta para la constitución de una comisión pontifica para los emigrantes católicos refleja la comprensión de la migración como un fenómeno económico, social y cultural que abarca a todas las naciones del mundo.

Aunque en su época se consideraba indispensable la afinidad lingüística y cultural para la atención pastoral a los migrantes, San Scalabrini comprendió que la emigración es una forma de traspasar las fronteras y de unir a los pueblos. Él dedicó sus iniciativas a la atención de los emigrantes italianos; sin embargo, tenía una visión más amplia. Después del Concilio Vaticano II, siguiendo la intuición de su fundador, la Congregación de los Misioneros de San Carlos amplió su misión a “los migrantes que viven más agudamente el drama de la migración”[7] sin importar su nacionalidad.  

 

 

San Scalabrini comprendió que

la emigración es una forma de traspasar las fronteras y de unir a los pueblos.

Atención integral a las necesidades de los migrantes

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Uno de los méritos de San Scalabrini fue el poder traducir sus reflexiones en acciones prácticas. Durante su vida no escribió un método para la atención pastoral a los emigrados; sin embargo, de las sugerencias de las tareas específicas que tendría que asumir la Comisión “Pro Emigrantis Catholicis”[8] (1905) podemos deducir una propuesta pastoral de atención integral a los migrantes.

El sugirió cinco acciones básicas para la atención a los emigrantes católicos de todas las nacionalidades:

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  1. Estudiar el “complejo y gravísimo problema de la emigración”  

  2. Crear “comités católicos de emigración” en las parroquias    

  3. Despertar en los obispos y párrocos el deseo de atender pastoralmente a los emigrantes y sugerirles medios prácticos para ayudarlos en la salida de la patria y a la llegada a tierra extranjera

  4. Contestar a las preguntas sobre decisiones tomadas o por tomar y allanar las dificultades que pudieran surgir concernientes a la emigración tanto en la patria como en el extranjero

  5. Proveer sacerdotes que acompañen a los emigrantes durante el viaje y en tierra extranjera

La propuesta de San Scalabrini para “proveer ayuda espiritual a los emigrados en las variadas contingencias y en los distintos momentos del fenómeno”; aunque está pensada como una descripción de tareas para una dependencia del Vaticano, puede servirnos como base para delinear algunas acciones básicas en la atención integral a las necesidades de los migrantes que los Scalabrinianos realizamos en el trabajo pastoral con los migrantes:

  1. COMPRENDER EL FENÓMENO MIGRATORIO

  2. ORIENTAR Y PREVENIR ABUSOS

  3. RESPONDER A LAS NECESIDADES CONCRETAS

  4. INCIDIR EN LA TOMA DE DECISIONES

  5. ACOMPAÑAMIENTO INTEGRAL

 

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Recientemente el Papa Francisco ha resumido estos principios de atención a las necesidades de los migrantes y refugiados en cuarto verbos:

acoger, proteger, promover e integrar.

Es sorprendente como después de más de un siglo de haber hecho esas sugerencias, la visión de San Scalabrini sigue vigente.

 

Colaboración: encuentro, diálogo y anuncio

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La obra que encabezó San Scalabrini perdura hasta nuestros días; sin embargo, en algunas ocasiones ha sido mal entendida y vista con sospecha. La persistencia ha permitido la obra perdure en el tiempo, se haya expandido a los cinco continentes del mundo y sirva a migrantes y refugiados sin importar nacionalidades, razas, idiomas y religiones. Quizá la principal característica de las propuestas de San Scalabrini para la atención a las necesidades espirituales y materiales de los migrantes es la colaboración.

Debido a la complejidad del fenómeno migratorio, ningún actor social solo puede resolver las necesidades de los migrantes. A fines del siglo XIX, era difícil pensar que la Iglesia y el Estado pudieran colaborar en temas sociales; sin embargo, en el tema de migración, San  Scalabrini logró que existiera diálogo y colaboración para proteger a los emigrantes de abusos. Así mismo, logró ponerse de acuerdo con obispos de distintas partes del mundo para poder implementar acciones pastorales concretas en favor de los migrantes.

En la actualidad, siguiendo el ejemplo San Scalabrini, los misioneros de San Carlos- Scalabrinianos nos esforzamos por colaborar con la Iglesia (conferencias episcopales, iglesias locales, congregaciones religiosas, movimientos eclesiales, etc.), los gobiernos, los organismos internacionales y las organizaciones de la sociedad civil para contribuir al bienestar de los migrantes. Está actitud de colaboración se traduce en la práctica en salir al encuentro de los migrantes, propiciar el diálogo y anunciar que todos y todas tenemos derecho a vivir dignamente.

 

[1] Según Francesconi, equivalente al 11% de la población total de la diócesis de Piacenza. Francesconi, Mario. Giovanni Batista Scalabrini, 932-933 nota 37

[2] Scalabrini, Giovanni Batista. Relazione deil Opera dei Missionari di San Carlo per gli emigranti italiani. Piacenza 10.08.1900. cit. por Francesconi, Mario. Op. Cit., Idem.

[3] Scalabrini, Juan Bautista. “El proyecto de ley sobre la emigración italiana. Observaciones y propuestas”. Piacenza, 1888. Tipografía dell´Amico del Popolo. En: Scalabrini y las Migraciones Modernas. Escritos y Cartas. Congregación de los Misioneros de San Carlos. Bogotá, Colombia. 2005. P. 40

[4] Idem. P. 58

[5] Idem. P. 38

[6] Cf. Idem. P. 235

[7] Reglas de Vida de la Congregación de los Misioneros de San Carlos – Scalabrinianos, N° 5

[8] Scalabrini, Juan Bautista. “Memorial para la Constitución de una Comisión Pontificia Pro Emigratis Catholicis”. En: Scalabrini y las Migraciones Modernas. Escritos y Cartas. Congregación de los Misioneros de San Carlos. Bogotá, Colombia. 2005. P. 244

Escrito elaborado por

P. José Juan Cervantes, c.s.

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